viernes, 20 de marzo de 2020

SOMBRAS DE LA NOCHE






Tu y yo, por fin a solas. Envueltos en la noche. Caminábamos por la huerta sin luz hablando de nuestras cosas y riéndonos de nosotros mismos. De repente, nos deseábamos tanto.... nos metimos debajo de un árbol, el silencio de la oscuridad la compañía de miles de estrellas alumbrando nuestra sombra.  Aun era invierno. Con el ansia de un lobo y la docilidad de un carnero tu espalda se tumbaba en el suelo mientras yo te vencía encima. Nos follábamos, nos mirábamos a la cara y nos movíamos jadeantes. Yo olía a poleo las hierbas de tu alrededor. Tu pelo negro y tu cuerpo blanco se posaban en el suelo. Exhalaste el último gemido y moriste lentamente de placer. Paramos la danza y te seguí mirando desde arriba. Parada, entrando en mi mente perversa.

La escena es preciosa; tu juventud, tu piel mortecina y tu suave pelo se mezclaban entre la maleza extraña. Inmóvil, medio desnudo, como en una escena de asesinato. Indefenso y precioso. Tus ojos me miraban sin entender nada, y entendiéndolo todo. Tu temperatura aún caliente tocaba mi cuerpo. Y yo me hinchaba de deseo, amor y muerte. Vi belleza en tu asesinato. Vi que podría dejarte ahí mismo para que quien te encontrara ahí tirado pudiera observar tu cuerpo igual que yo lo veía. Entendí que te quería, incluso muerto. Besaba tus labios una y otra vez. No podría separarme de ellos ni aun cuando estuvieran fríos. El viento recorría la huerta y la noche oscura me parecía hermosa, era perfecto. Eras perfecto. Incluso si estuvieras tirado en un campo asesinado. Eras hermoso a morir.

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